En mayo de 2000, Alberto Fujimori Fujimori se presentó para un tercer mandato frente a su principal oponente, Alejandro Toledo, un renombrado economista. Sin embargo, las denuncias de fraude en la primera vuelta llevaron a Toledo a boicotear la segunda vuelta. A pesar de ello, Fujimori fue reelegido y asumió el cargo el 28 de julio. Poco después, aparecieron cintas de video comprometiendo a su asesor Vladimiro Montesinos sobornando a congresistas, lo que sumió al gobierno en una crisis. La presión internacional obligó a Fujimori a anunciar nuevas elecciones.
Ante esta crisis, Fujimori huyó a Japón en noviembre de 2000. Valentin Paniagua, presidente del Congreso, asumió la presidencia interina y convocó nuevas elecciones para abril de 2001. Estas elecciones vieron enfrentarse a Alejandro Toledo y Alan García Perez, el expresidente de 1985 a 1990, acusado de corrupción. Toledo obtuvo el 36% de los votos, mientras que García recibió el 24%. Finalmente, Toledo fue elegido presidente en junio de 2001, marcando el comienzo de una nueva era democrática en el Perú.
Bajo la presidencia de Toledo, Perú adoptó reformas neoliberales y continuó las políticas económicas establecidas por Fujimori. Este período se caracterizó por una relativa estabilidad y un crecimiento económico impulsado por la expansión en la construcción, la minería y la agricultura. Las inversiones extranjeras aumentaron y la inflación se mantuvo bajo control. Sin embargo, las desigualdades sociales persistieron, y el gobierno enfrentó el desafío de combatir la pobreza rural.
En 2006, terminó el mandato de Toledo. La elección presidencial vio el regreso al poder de Alan García Perez, que había estado en desgracia, con un enfoque en el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Durante su segundo mandato, Perú experimentó un rápido desarrollo, con notables reducciones en el desempleo y la pobreza. La estabilidad política y la resistencia económica frente a la crisis financiera global de 2008-2009 reforzaron la posición de Perú como una potencia emergente en América Latina.
Aprovechando el crecimiento económico mundial, García implementó una serie de reformas para atraer más inversión extranjera. El crecimiento alcanzó niveles récord, llegando al 9% en 2010. Perú se convirtió en un referente regional de estabilidad en una región a menudo sacudida por crisis. Sin embargo, esta prosperidad no benefició por igual a todas las clases sociales, y surgieron tensiones entre las comunidades rurales y el gobierno en torno a los recursos naturales.
En 2011, Toledo se presentó nuevamente, al igual que Keiko Fujimori, hija del expresidente. Sin embargo, fue Ollanta Humala, candidato nacionalista, quien ganó las elecciones con una mayoría en la segunda vuelta. El país estaba dividido entre un fuerte crecimiento económico y una pobreza persistente, especialmente en las zonas rurales. Humala, prometiendo reducir las desigualdades, lanzó ambiciosos programas sociales dirigidos a las poblaciones más vulnerables.
El mandato de Humala se centró en mejorar las condiciones de vida de los pobres. Introdujo varios programas sociales, como Juntos, que ayudaba a las familias en dificultades, y Pensión 65, destinado a las personas mayores sin recursos. Sin embargo, su gobierno enfrentó disturbios sociales, especialmente en las regiones donde los proyectos mineros se percibían como una amenaza para el medio ambiente y los medios de vida locales.
Si bien Perú continuó creciendo económicamente, los desafíos permanecieron. Las desigualdades persistían, y el país debía navegar entre la modernización y el respeto por las tradiciones indígenas. La presión internacional para una gestión sostenible del medio ambiente y la explotación de los recursos naturales aumentó, mientras que las demandas de infraestructura crecían.
El Perú de hoy es un país en transformación, con una economía dinámica y significativas reformas sociales. Sin embargo, los problemas relacionados con la corrupción, la desigualdad social y la protección ambiental siguen siendo grandes obstáculos. A pesar de estos desafíos, Perú sigue desempeñando un papel clave en América Latina, atrayendo inversiones extranjeras y desarrollando relaciones con las principales economías mundiales.
Con una clase media en expansión y mayores esfuerzos para combatir la pobreza, Perú parece estar bien posicionado para continuar en su camino de crecimiento, mientras busca equilibrar el desarrollo económico con la justicia social.