El desierto iqueño es hogar de una gran variedad de especies de plantas cactáceas, como este cactus candelabro, que puede llegar a alcanzar 6 metros de altura. Su cuerpo rechoncho le permite acumular agua, mientras que las abundantes espinas lo defienden de cualquier sediento depredador.
El desierto iqueño es hogar de una gran variedad de especies de plantas cactáceas, como este cactus candelabro, que puede llegar a alcanzar 6 metros de altura. Su cuerpo rechoncho le permite acumular agua, mientras que las abundantes espinas lo defienden de cualquier sediento depredador.